La artritis reumatoide (AR) se caracteriza por articulaciones dolorosas e inflamadas, movimiento restringido y destrucción progresiva de las articulaciones. Entre el 0.5 % y el 1 % de la población mundial está afectada, siendo en las mujeres aproximadamente el doble de frecuentes que en los hombres. La mayoría de los casos nuevos se diagnostican en mujeres entre 55 y 64 años y en hombres entre 65 y 75 años. La mayoría de los pacientes con AR (aproximadamente el 70 %) producen autoanticuerpos contra péptidos citrulinados (ACPA). En consecuencia, se forman complejos inmunes y la inflamación articular progresa.
Los autoanticuerpos en la AR aparecen en promedio entre 3 y 5 años antes de los primeros síntomas articulares, aunque a veces incluso hasta 15 años antes. Los autoanticuerpos más importantes en la AR preclínica son el factor reumatoide (FR) y las ACPA, que se detectan principalmente usando péptidos cíclicos citrulinados (CCP) y también el péptido de enolasa citrulinada 1 (CEP-1) como antígenos diana. Las ACPA son específicas para la AR y son indicadores de un curso grave, erosivo y destructivo. Durante la transición de una artritis no diferenciada a AR, los niveles de ACPA aumentan y se mantienen elevados. Las ACPA tienen un alto valor predictivo para el desarrollo de AR. Su detección apoya el reconocimiento temprano de la enfermedad.
La determinación de ACPA forma parte de los criterios de clasificación de la AR del Colegio Americano de Reumatología (ACR) y la Alianza Europea de Asociaciones para la Reumatología (EULAR) desde 2010. Las ACPA se determinan en paralelo con el FR. Según el sistema de puntuación de la clasificación ACR/EULAR, un título alto de ACPA o FR tiene más peso para la clasificación de la AR que un título bajo. Hallazgos de laboratorio como una velocidad de sedimentación globular aumentada, proteína C reactiva elevada y la presencia de FR y/o ACPA son indicativos de AR (Aletaha et al., Ann Rheum Dis (2010), 69:1580-1588).
Los autoanticuerpos contra CCP se pueden determinar mediante ELISA y ChLIA. Para la detección de ACPA, el antígeno CCP de segunda generación (CCP2) se considera el gold estándar. Los sistemas de prueba basados en este antígeno proporcionan la mayor sensibilidad (80 %, con una especificidad del 98 %). Los anticuerpos contra CCP son principalmente de clase IgG y son significativamente más específicos que el FR, con una sensibilidad similar. Los anticuerpos anti-CCP se encuentran en hasta el 60 % de los pacientes negativos para FR.
CEP-1 es otro autoantígeno relevante, presente en aproximadamente el 60 % de los pacientes con AR positivos para anti-CCP. La detección de anticuerpos contra CEP-1 es altamente específica para la AR (especificidad: 97.6 %) y por ello adecuada como prueba complementaria para la confirmación de hallazgos serológicos. Además, la detección de anti-CEP-1 apoya la estratificación de riesgo: los anticuerpos anti-CEP-1 están asociados con un curso erosivo de la enfermedad y con enfermedades pulmonares intersticiales (Alunno et al., Rheumatology (2018) 57:850-855). Asimismo, los anticuerpos anti-CEP-1 ocurren en un subtipo de AR para el cual fumar y los alelos “epítopo compartido” HLA-DRB1 son los principales factores de riesgo (Mahdi et al., Nat Genet (2009) 41:1319-1324). Dado que los anticuerpos anti-CEP-1 se dirigen contra un antígeno diana que realmente ocurre en la AR, su detección puede ofrecer información sobre la causa y la patogenia de la enfermedad.
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